No hay productos en el carrito.
/ Por:
En nuestro artículo anterior abrimos la antesala a una experiencia única de intercambio cultural junto a la comunidad indígena Emberá en Bahía de Solano en el Departamento de Chocó en Colombia, que cobra vida a través de nuestro tour de 4 días y 3 noches, en donde tendrás la oportunidad de conocer las manifestaciones artísticas de esta sociedad ancestral, porque no solo es el papel o la roca los espacios usados para plasmar colores, en este caso sus cuerpos se transforman en lienzos en blanco para representar al mundo y hoy te traemos 7 curiosidades sobre esta tradición:
Los colores más utilizados por esta etnia son el rojo y el negro, plasmados en sus tejidos, tallas, cerámicas, y por supuesto, en su pintura corporal. Fue la Diosa Dabeiba quien les proporcionó todo lo que deben saber en oficios y trabajos necesarios para su convivencia y les mostró como el “achiote” da un jugo rojo con el que se puede teñir cualquier cosa, mientras que el árbol de “jagua” regala un fruto similar a la semilla del aguacate que, con una preparación previa, se obtiene un jugo color negro que resulta ser indeleble.
Los utensilios con los que pintan increíbles figuras en su rostro o cuerpo son palitos de madera, algunos con formas de tenedor de uno a varios dientes, el pigmento incrustado en la epidermis se remueve a lo largo de 10 días cuando la piel comienza su exfoliación natural, mientras tanto pueden lucir los colores hasta que desaparecen.
La pintura corporal es un elemento clave en la celebración de la curación y el canto, les permite la comunicación con los jai, los espíritus que traen enfermedad, agresión o curación y protección; para ello utilizan dibujos del animal o de las hojas que se invoquen. En este ritual interviene los Jaibaná (chamanes) quienes interactúan con los espíritus con figuras rellenas de color en sus cuerpos y usando sus poderes curativos a través de sus cantos. En estos dibujos casi siempre hay elementos usados en sus rituales ancestrales como bastones, bebidas embriagantes, hojas, alucinógenos, tallas de madera y tambos (casas).
El Jaibaná desde pequeño se prepara para asumir los cuidados médicos y organización de la comunidad y como dato curioso, los Jaibaná no hablan entre sí y cuidan en no mirarse a los ojos, solo se comunican en una ceremonia de entrega de bastón, durante el proceso de aprendizaje, enseñanza o solo para trabajar en conjunto en actividades como alejar a la Madre Agua (el ser mítico dueño de los ríos).
Las festividades y celebraciones duran varios días y son apreciadas como espacios donde se establecen nuevas relaciones, se concretan noviazgos, lazos de alianza, colaboración y resolución de conflictos. Estas ocasiones son aprovechadas tanto por mujeres como por hombres, quienes ponen color en sus pómulos, alrededor de sus labios y hacen uso del colorete y de figuras como la cola del mono en las mejillas a fin de seducir al sexo opuesto.
Los Emberá cubren sus cuerpos con dibujos cuando necesitan ocultarse de los espíritus o para protegerse de enfermedades. Las madres en ocasiones pintan a sus bebés para protegerlos de los espíritus; pues además de la protección obtenida por medio de la pintura, es necesario recordar que es una forma de comunicación del mundo humano con el mundo de los seres esenciales, es decir, la pintura establece la sinergia entre lo humano, lo natural y lo mítico; la interacción es social, natural, estética y simbólica.
El achiote que les brinda el color rojo solo puede ser usado por los Jaibaná, sus esposas y ayudantes espirituales y solo puede ser aplicado en la parte facial, mientras que el uso del color negro si es más generalizado, de hecho, entre las pautas de belleza dictadas por la Diosa Dabeiba, está teñir los dientes de negro con una pequeña planta que los ennegrece como si hubieran sido cubiertos por un esmalte negro fino. Antiguamente el rojo significaba buena suerte y el negro mala suerte, sin embargo, con el paso de los años esta percepción ha cambiado y se le ha dado al negro diversos usos en la cultura.
Los niños Emberá desplazados de su territorio generalmente no conocen y no disfrutan de esta maravillosa expresión artística, debido a la ruptura cultural a la que se enfrentan en las instituciones educativas, causando que el infante no reconozca esta tradición, por ello, desde Esariri buscamos salvaguardar este patrimonio cultural intangible y, qué mejor forma, sino acercando al ciudadano común y al turista hacia ambientes culturales, cuya interacción permitirá el aprendizaje y la difusión de saberes locales, contribuyendo así a la consolidación de una identidad colectiva con conciencia intercultural.
Fuente:
Gamarra , A. (2019). Concepción Simbólica. Pintura Corporal Embera. Bogotá.
No hay productos en el carrito.
1 comentario